Señalada como
«bruja cósmica» en los años de la psicodelia y el hippismo, Janis Joplin, la
pionera cantante de rock, fue el símbolo femenino de la contracultura, la musa
del movimiento que abogaba por la libertad, la paz y las flores, y la mujer que
supo transmitir mejor que nadie, a través de su potente voz, las emociones
sutiles y desgarradoras que la embargaban. Vivió a plenitud, atravesada por una
vulnerabilidad que la llevaba a refugiarse en las drogas, y en busca constante
del amor verdadero con hombres y mujeres que no lograban llenar los vacíos
abismales al final de los conciertos. Su historia, narrada en la voz de su
último novio, como una ficcional argucia del autor, cobra otra dimensión en
esta novela donde el proceso de la escritura se va cuestionando, al tiempo que
se bosqueja el perfil de la intérprete que supo despercudirse de las taras
sociales que situaban a la mujer en un plano discreto y complaciente, para
surgir cual huracán incontenible en pos de intensas sensaciones.